El Govern y las tragaperras
Tengo fijación con las máquinas tragaperras. Empecé a interesarme por ellas después de mi primer viaje a Escandinavia. Había hileras de estos artefactos en lugares insospechados. Como por ejemplo en el edificio instalado en el Cabo Norte. Siempre me había preguntado cómo sería el fin del mundo. Desde luego, la Tierra no acaba en Noruega, pero si aceptamos la convención nos sentiremos muy defraudados. Al menos hace unos años estaba lleno de cabinas telefónicas para poder contárselo a todo el mundo cuanto antes en plan "yo también asistí al entierro del Papa". Y de tragaperras.
Según la temporada paso muchas mañanas en los bares leyendo periódicos y siempre hay alguien que supera mi tiempo de lectura jugando a una máquina. No hace mucho una conocida dejó de encargarse de un bar porque no le dejaban tener una tragaperras y de otro modo no le salía a cuenta. Se trataba de un centro cívico. Es el único caso que conozco en que se haya dado este tipo de prohibiciones.
En este país la ludopatía no se toma en serio. Ni lo hacen los propietarios de los bares que ven cómo hay gente enferma dejándose el salario delante de sus narices ni tampoco las administraciones. Ayer leía en El Periódico de Catalunya que el nuevo reglamento de la Generalitat permitirá premios especiales de hasta 1.800 euros en unas máquinas especiales (que sólo podrán instalarse en bingos y locales específicos con acceso restringido).
Además, podrán utilizar video en lugar de rodillos para hacer más atractivos los juegos. Lo escandaloso es que los partidos que conforman el tripartito que ahora ha aprobado esta normativa criticaron a CIU en el 2002 cuando intentó modificar el reglamento en una línea parecida a la actual.
Tal como recordaba ayer El Periódico, en aquel momento, “el PSC e ICV acusaron al Govern de entonces de actuar de forma sumisa ante las grandes empresas del sector porque los cambios propuestos tenían como principal objetivo estimular el juego. La Administración de CiU pretendía reducir de cinco a tres segundos la duración de cada partida, y aumentar de 20 a 25 céntimos el precio de la misma.” Según Manuel Basart, secretario de la asociación contra la ludopatía Fora de joc (Fuera de juego), el nuevo reglamento es incluso más perjudicial que el propuesto por CIU.
Desde la Generalitat dicen que la idea es erradicar el juego de los bares y restringirla a lugares especializados. En fin...
Hay mucho dinero en juego. Aunque menos que hipocresía.
|