Escrito el: 09 de Abril de 2010 a las 14:10
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Medio ocultas y lozanas,
emergen sin previo aviso,
cual rosas de porcelana.
Sin ellas no hay paraíso.
Me gusta sentir cercano
su aroma y no me resisto
a palparlas con la mano
y a mirarlas sin ver visto.
Descubrirlas y observar
su firmeza y su frescura
cogerlas y acariciar
su redondez y blancura.
Hay que llagar con cautela
al lugar justo y preciso,
siguiendo su blanca estela.
Sin ellas no hay paraíso.
Me gusta su suavidad
cuando las llevo a la boca
y percibir su bondad,
cuando mi lengua las toca.
No hay boca que no se rinda
al verlas en la cocina,
ni a las que a veces me brinda
la buena de mi vecina.
Tomo las buenas y dejo
las muy tiernas y delgadas
y miro, pero me alejo
de las secas y arrugadas.
Abril y Mayo sin ellas
no tendrían igual sentido.
Con como blancas estrellas,
brillando en cielo invertido.
Buscan la húmeda pradera,
como el clavel y el narciso.
Sin ellas no hay primavera,
sin ellas no hay paraíso.
Me gustan firmes y prietas,
su tacto carnoso y liso.
No hay paraíso sin setas,
sin setas no hay paraíso.
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