Escrito el: 13 de Julio de 2006 a las 19:33
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Aunque algunos preferís el té o alguna otra infusión no estimulante. Mi adicción a la cafeína me hace abrir este hilo.
Solo o acompañado.
Solo, solo, creo que sólo porque se está solo, porque lo ha dejado sin contactos personales el curso de la enfermedad, te lleva a encerrarte más en tus comportamientos y actitudes adquiridos, en no cerrar el círculo vicioso de la enfermedad, en no abrirte al mundo, a otras soluciones. Terminas premiando valores como la prepotencia de siempre; no aprender de los errores, porque no crees que los cometes.
Solo y acompañado, en plan "todo para el pueblo, pero sin el pueblo", no es plan, porque, entre otros factores, entran la poca sinceridad con quien más nos quiere, con quien sigue aún a nuestro lado, a pesar de los pesares que le hemos hecho pasar. Alguna vez, llegará el momento en que habremos echado de menos no confesar nuestra enfermedad y nuestra decisión de pararla. También echaremos en falta que esto no es sólo dejar de jugar, que hay que cambiar, que hay que aprender a vivir.
Acompañado y solo, yendo a terapia sólo el enfermo, es una solución muy válida, porque solventa las dos primeras situaciones; hasta hoy es un camino muy válido por experiencia propia. En las asociaciones de jugadores, se realizan convivencias y congresos que pueden acercar al familiar a nuestro tratamiento, aunque sea en un fin de semana.
Acompañado en la vida y acompañado en la terapia, es el camino más recomendable, porque resulta difícil explicar al entorno lo que ocurre en tu terapia, lo que aprendes, lo que otros practican la experiencia vivida, pero no es el único.
De todas estas cuatro, estas dos últimas formas de beberse la enfermedad no están exentas de roces ni de dificultades, pero, el camino hacia la rehabilitación, el del enfermo y el de la salida de la codependencia del familiar, confluyen en un punto, más maravilloso que el punto situado entre el F y el H.
Buena tarde, buena vida.
__________________ Vive y deja vivir
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