uno_mas Usuario
Ingresado: 16 de Abril de 2008 Lugar: Spain Mensajes: 2583
|
Escrito el: 12 de Marzo de 2011 a las 16:48
|
|
|
LA SABIDURIA DE DAR Y RECIBIR AMOR
Seguramente ya conoces esta historia. A un hombre se le concedio en un momento de su vida la oportunidad extraordinaria de visitar el cielo y el infierno. Primero fue al infierno y vio una infinidad de personas sentadas ante unas largas mesas repletas de comida deliciosa. Pero todas parecian hambrientas, estaban flacas y lloraban. En seguida comprendio porque: las cucharas y los tenedores eran mas largos que sus brazos y no podian llevarse la comida a la boca. Luego fue al cielo y encontro la misma situación: gente sentada ante unas mesas llenas de buena comida y con los mismos cubiertos, mas largos que sus brazos. Pero, en este caso, todos estaban alegres y bien alimentados. No intentaban alimentarse a si mismos: se alimentaban los unos a los otros. En esta historia, tambien: las personas del cielo no solo se dan de comer unas a otras sino que, ademas, se dan y reciben amor. Esa imagen refleja perfectamente la reprocidad de la relacion celestial, en la que cada uno respeta a los demas, se preocupa por ellos y recibe, a su vez, el mismo trato. ESTRECHAR LOS LAZOS Las relaciones humanas suponen reprocidad: dar y recibir. La reprocidad va mas alla de la mutua necesidad, pues esta implica dependencia. En las relaciones dependientes, la persona que da lo hace en buena medida para recibir, estableciendose una dinamica que es como un engranaje en que las dos partes se acoplan comodamente hasta que ocurre algo que estropea la compenetracion. Esto sucede, por ejemplo, cuando una mujer alcanza un cierto éxito profesional con el que obtiene un pretigio y una independencia economica que su marido puede juzgar amenazadores. O cuando una mujer pierde el sentido de su existencia en el momento en que sus hijos dejan el hogar: antes se sentia necesitada, ahora se siente vacia. Estos ejemplos muestran la necesidad de crear relaciones en las que el dar y el recibir este equilibrado- entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre amigos…, pero tambien hablan de la importancia de asegurarse una amplia red de relaciones. Cuanto mas amplia sea nuestra capacidad de relacionarnos, mas posibilidades tendremos de dar y recibir en sus multiples variables. EL APOYO DE LOS DEMAS. Para tener una buena salud mental, no debemos limitarnos a los lazos familiares, por fuertes que estos sean. Es conveniente hacer amigos y establecer relaciones en las que, en algunos casos, nos ocupamos de alguien y, en otros, nos ayudan a nosotros. Y es que ser plenamente humanos significa encontrarnos, tarde o temprano, en uno u otro lugar. Suele decirse, especialmente en lo que toca al sufrimiento, que estamos solos y que cada uno debe aceptar su soledad esencial. Sin embargo, cuantas veces hemos visto ejemplos de la fuerza y el apoyo que obtienen unas personas de otras. Por eso hay tantos “GRUPOS DE APOYO” en el mundo dedicados a las problematicas mas diversas. Y es justamente para llenar el vacio de la soledad por lo que buscamos reciprocidad y comprensión. Dar y recibir amor es la base de la naturaleza humana, es lo que tiende un puente por encima del espacio, a veces, un abismo entre dos mundos aislados en los que, sin amor, estariamos condenados a vivir. DESEQUILIBRIOS EN LAS RELACIONES. A algunas personas les resulta facil dar, a otras, recibir. Y al reves: hay personas a las que les cuesta dar, mientras que a otras les cuesta recibir. Por ejemplo, ¿no has conocido nunca a nadie que se muestra ansioso por ofrecer ayuda, regalos o consejos hasta el punto de resultar molesto?. Nos abruman con lo que creen que necesitamos, pero su ofrecimiento proviene de su necesidad antes que de la nuestra. Tambien se da el caso de quien nunca deja de pedir. Todo lo que demos o hagamos por el nunca le parecera suficiente. Puede que ello se deba a un sentimiento suyo de incompetencia o de haber tenido un destino injusto en la vida. Luego esta quien da con la mano cerrada, como si le doliera hacerlo. En nuestra relacion con esa persona, no obtenemos una satisfacción verdadera, ya que sentimos que tiene mas para ofrecernos, pero que se lo guarda. Tal vez lo hace por timidez y vulnerabilidad, por miedo a que rechacen su amor al haber sido ya herida en el pasado o por no saber que forma dar. Finalmente, tambien es posible que conozcamos a alguien a quien le cueste mucho recibir. Le hacemos un regalo y obtenemos un “GRACIAS” mecanico. Es posible que ni siquiera lo abra y, con toda seguridad, no lo usara ni lo exhibira. Cualquier ofrecimiento de ayuda tiene un destino parecido: “Puedo arreglarmelas yo solo”. Quiza le cueste recibir amor por orgullo, por vergüenza, por miedo a parecer debil, por una autonomia excesiva o por la desconfianza y la sospecha de que el ofrecimiento no es genuino. Estos son ejemplos de desequilibrios exagerados en las relaciones. Pero, al igual que casi todos nuestros actos, la forma equilibrada y sana de dar y recibir tambien puede aprenderse. Dar es un acto de generosidad. Damos amor de muchas y diversas maneras, expresandolo con frecuencia de forma material. En nuestra relacion con los demas, debemos saber como, cuando y que dar. A menudo tenemos inclinación a dar lo que nosotros mismos querriamos recibir. Pero esta actitud es egocentrica, pues ignora el verdadero sentido de la generosidad, que consiste en dar lo que los otros necesitan o quieren. TENER EN CUENTA LOS DESEOS DEL OTRO. Una persona que se recupera de una operación en un hospital puede que no necesite montones de flores o de horas de visita. Puede que aprecie una sola flor y una visita corta pero cariñosa y alentadora. O puede que, en su estado de debilidad, necesite que alguien hable en su lugar con los medicos. El sentido de la oportunidad es importante. En ocasiones, debido a nuestra preocupación y ansiedad, nos precipitamos en dar algo a una persona antes de que este preparada para recibirlo o en un momento inapropiado. Hay una historia china que lleva esto al extremo del absurdo. Un mono bienintencionado vio unos peces en el rio. Como no queria que se ahogaran, los saco del agua con bastante esfuerzo y los dejo en la tierra. Al principio, los peces se agitaron, pero, poco a poco, se fueron quedando inmoviles. “Que inquietos estaban estos pobres peces”, penso el mono. “Ahora ya no corren peligro y, por fin, se han relajado.” ACEPTAR SIN REPAROS. A algunas personas les resulta difícil dar amor: no sienten de forma natural el impulso amoroso o bien son reacias a expresarlo. Si reconocemos esta caracteristica en nosotros, podemos cambiarla empezando por comprender sus causas: quizas hemos sufrido demasiadas decepciones que han alimentado nuestra autocompasión o tal vez la timidez, la torpeza o el miedo al rechazo nos impiden dar. Recibir forma parte tambien de nuestra generosidad. Porque, para recibir, tenemos que estar abiertos, atentos, ser apreciativos e incluso vulnerables. Si recibimos de una forma fria, herimos al otro, pues rechazamos su amor. Incluso cuando se trate de un dar impertinente, podemos ser amables en el rechazo, expresando gratitud por haber sido objeto del ofrecimiento y explicando por que lo rehuimos. Recibir amor puede ser mas difícil que darlo, porque quiza nos sentimos inferiores o indignos, o nos parece que no dominamos bien esa situación. Pero si no podemos recibir amor, nos aislamos, ya que aumentamos la distancia entre nosotros y los demas. Por el contrario, si sabemos como recibirlo, salvamos esa distancia con el otro, ofreciendole a cambio nuestra gratitud. VIDAS MAS AMABLES. Por el bien de nuestra salud psicologica asi como por la mejora de las relaciones sociales, debemos aprender a alcanzar un buen equilibrio entre los actos de dar y recibir. Pensemos en aquello que nos perdemos si solo damos: vivimos entonces una vida sin las virtudes celestiales de la gratitud y la humildad, nos privamos dek cuidado y del afecto de otros, nos situamos aparte y parecemos personas distantes, acaso superiores. Pero pensemos tambien en lo que nos perdemos si solo recibimos: reforzamos nuestros sentimientos de indefension, nos ponemos en una situación de inferioridad, avivamos nuestra codicia e invalidamos nuestra generosidad, privandonos de la alegria del dar. Cuando logramos el equilibrio en nuestras relaciones, alcanzamos en realidad nuestro equilibrio personal: alimentamos las virtudes de la empatia, la generosidad, la compasión y la humildad, y aprendemos a amar a los demas y a la vida misma. Y es que la vida es como una gran aventura, a veces dura y dolorosa, pero repleta de amabilidad humana. UN SALUDO TODO PROBLEMA TIENE SOLUCION TU FUTURO NO ES UN JUEGO DE AZAR
|