Escrito el: 16 de Diciembre de 2006 a las 00:08
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Buenas, leyendo algunas cosillas de hace más de un año, me he encontrado con esto que entrecomillo más abajo, y que creo que hoy aún suscribo quince meses de abstinencia y recuperación, después:
Yo soy jugador.
Jugaba porque quería, hasta que quería dejar de hacerlo y no podía, algo me llevaba de nuevo a jugar aunque sinceramente me había dicho o prometido que no lo iba a hacer. Lo único que me paraba era EL DINERO, no tenerlo, o no poder conseguirlo. Era superior a mí. Cada vez que me enfrentaba a él, me tumbaba. Ya no me enfrento a él, porque me volvería a vencer.
En un principio, me sentía bien jugando, pero llegó un momento en que no sentía nada jugando, sólo la necesidad de hacerlo.
Además, cualquier hecho u omisión, positivo o negativo, era bueno como excusa para irme a jugar: si había bebido, me iba a jugar; si no lo había hecho, bien me iba a tomar un par de cañas y a jugar; si no había tensión familiar o laboral, me iba a jugar; si por el contrario, había tensión en esos ámbitos, tenía también la excusa propicia para irme a jugar.
Así que jugaba, y lo demás eran excusas: yo ERA RESPONSABLE de mis actos ludópatas y de mis omisiones familiares, sociales y laborales. La culpable era mi enfermedad, porque esto es nada más y nada menos que eso: UNA ENFERMEDAD. Comprendo que tengo una mente enferma, inmadura, que me hace engancharme a la cola de un caballo si se tercia.
Bueno, hoy no he jugado.
__________________ Vive y deja vivir
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