Escrito el: 04 de Abril de 2006 a las 17:13
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SE HA IDO EL HOMBRE DE MI VIDA.
> > El hombre de mi vida me ha dejado.
> > Después de treinta años de desvelos, de darlo todo por él, de
> > esperarlo despierta cuando salía con los amigotes, se ha ido de
> > casa.
> > Y no es que se haya ido con otra, que eso lo entendería. ¡No!
> > encima
> > tiene la poca vergüenza de decirme:
> >
> > - Mamá, es que necesito espacio. Ya soy mayor.
> > ¡Mayor! Pero ¡¡¿dónde va esa criatura con 30 añitos?!!
> > Ahora, que yo se lo he dicho, eh?
> > Parece mentira, dejarme tan pronto, hay que ser mal hijo... Y me
> > dice:
> > Pues Jesucristo se fue de casa con 30
> > - ¡Y mira cómo acabó! ¡No llegó a los 34!
> > En fin... Ya lo voy llevando mejor... Pero el día que se fue, yo
> > creí que me daba algo. El niño allí, recogiendo sus cositas. Cuatro
> > chorradas, porque... ¿Qué se va a llevar el pobre, si no tiene
> > nada suyo?
> > Pues todo lo nuestro.
> > Pero fui yo la que se lo dije:
> > - Anda, tonto, llévate la tele pequeñita... y la minicadena... y el
> > DVD... y ¡la lavadora!
> > Pero es más bueno! Ahí ya me dijo:
> > - No, mamá, la lavadora, no... que no tengo ascensor. Ya me la
> > traes tú cuando vengas a verme.
> > ¡Mi niño! Menos mal que no tengo tiempo de pensar en él, porque
> > estoy todo el día ocupadísima haciendo croquetas para mandárselas.
Que
> > si no, se pasa la vida llamando a Telepizza. Y cuando estoy liada
> > en la cocina, mi marido viene por detrás, como un niño chico, a
> > robarme las croquetas. Y yo:
> > - ¡Deja eso ahora mismo! ¡Que son para el niño!
> > - ¿Y yo qué ceno?
> > - ¡Pues yo qué sé, coño! ¡Llama a Telepizza!
> > Pero luego me da pena, el pobre... que, al final, siempre le
> > digo:
> > - Andaaa... déjalo... Ya llamo yo: ¿margarita o cuatro quesos?
> > Bueno, y me he comprado un móvil, que puedo hablar con el niño
> > el tiempo que quiera por cinco euros. Eso sí, sólo podemos hablar
> > de ocho a diez, como en la cárcel...
> > Pero, a veces, no aguanto más y lo llamo fuera de horario, a
> > escondidas de mi marido. Que parece que tengo un amante:
> > - Cariño, te tengo que dejar, que ha llegado papá.
> > Y cuando mi marido me pilla:
> > - ¡Ha llamado él, ha llamado él! Venga, rey, anda, no seas
> > bobo... ya te llamo yo luego... Huy... qué mimoso está... Éste en
> > dos días esta aquí, eh Manolo?
> > Pero, por fin, cuando dan las ocho, y ya puedes hablar con él,
> > libremente, de todas vuestras cosas...
> > - Hola lechoncito, soy mamá... ¿Qué tal el día?
> > - Bah...
> > - ¿Qué haces?
> > - Pssss...
> > - ¿Has cenado ya?
> > - Pschá...
> > - Bueno, no tienes ganas de hablar, no?
> > - Bah...
> > - Bueno, pues adiós. ¡Manolo, el niño me ha colgado el teléfono!
> > Y mi marido:
> > - Cariño, es que te pones muy pesada...
> > - ¡Ahhhh! ¿Pesada yo? ¡Pesada tu madre, que hay que ir todos los
> > años a ponerle flores!
> > Al principio no te atreves a tocar nada de su habitación, porque
> > tienes la esperanza de que tu hijo se dé cuenta de que no puede
> > vivir sin ti y vuelva. Pero la semana pasada... abrí los ojos. Le
> >llamo, y me sale una voz de mujer:
> > - ¿Diga??
> > Y colgué inmediatamente. Volví a marcar... y ya me sale el niño.
> > Y le digo:
> > - Oye, ¿quién era ésa?
> > Y él:
> > - Una amiga
> > -¡Ay, menos mal! Creí que era otra madre... Bueno, ¿y qué
> > estáis haciendo?
> > - Pues nada, comiendo...
> >
> > -¡Ah, muy bonito! ¡Yo todo el día encerrada en la cocina para
> > que venga una guarra cualquiera a comerse mis croquetas!
> > -No, si ella no come, no le gustan...
> > -Ah, ¿no le gustan? Mírala, qué fina...
> > - Ahí me enfadé tanto que decidí hacerle caso a mi marido y
> > convertir la habitación del niño en el cuarto de la plancha. Y me
> pongo
> > allí a organizar el altillo... sus libros, sus cómics, sus revistas
> > porno...
> > Y de pronto, me dije: "¿A ver si las va a necesitar?"
> > Claro, porque cualquier pretexto es bueno para ir a ver a tu
> > hijo...
> > Pero, de repente, encontré la excusa perfecta: su ajedrez del
> > centenario del Real Madrid. Con el sacrificio que hizo para
> > reunir las
> > piezas, ¡que estuvo un mes comprando La Razón...! Así que al día
> > siguiente le llevé un peón... Al otro, un alfil.... Al otro, una
> > torre... Y él:
> > - ¿Pero no me puedes traer todas las fichas a la vez?
> > Y yo:
> > - Ah... es que como te hizo tanta ilusión reunirlas por
> > entregas....
> > Y mi marido se hace el duro, pero también tiene sus
> > sentimientos, eh?
> > El otro día fui yo quien le pillé a él hablando con el niño
> > fuera de
> > horario, y con una voz de angustia le decía:
> > - Hijo mío... ¡mándame una croqueta...!
> > Ahí me di cuenta de que me estoy pasando... Que hay un montón
> > de
> > experiencias nuevas que vivir con mi marido. Así es que voy a
> > empezar
> > a disfrutar de esta segunda luna de miel. Voy a ver si lo animo,
> > y nos vamos juntos a... llevarle la lavadora al niño. Y así el pobre
> > prueba las croquetas, que está tan flaquito que parece que el que se ha independizado es él.
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