Escrito el: 22 de Enero de 2008 a las 03:24
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No es facil para muchas personas, aunque lo vuelven a comprobar día tras día, terminar de creerse que verdaderamente son enfermos del juego. Sólo después de una gran paliza proporcionada por un artefacto con luces o una sala de juego, se hacen el firme propósito de abandonar de una vez por todas (cortarse la coleta en argot taurino). Pero al día siguiente, esa idea que parecía tan sólida en caliente, se esfuma como por arte de magia. Algo hay en nuestras cabezas que falla cuando estamos metidos de lleno en la espiral de juego. Y no es fácil darse cuenta. Y no es fácil pedir y buscar ayuda. Y no es fácil aceptar la derrota ante el juego.
Esta "cosa" es más grave de lo que a simple vista parece (y no paso a valorar aspectos económicos y grave daño a los familiares. Sólo paso a valorar los "daños propios").
No paro de leer testimonios de compañeros y de parejas de estos que me demuestran que es difícil terminárselo de creer:
- ¿Podré lograrlo yo solo?
- ¿Lograré controlar jugando menos cantidades y espaciando más los tiempos de juego?
- Voy a salir de esto, pero sin contárselo a mis padres. ¡Menudo daño les haría!
- Sufro mientras él está jugando. No sé que hacer, estoy desesperada.
- Esperaré a que toque fondo y así se dará cuenta y aceptará ponerse en tratamiento.
- ...
¿Se trata de falta de información? ¿Es autoengaño?
Sólo hay una solución para poner el remedio adecuado. Busquémosla. Las asociaciones son de gran ayuda.
...Por si acaso dudáis, os aclaro que no juego, pero ganas no me faltan, porque soy jugador.
Un abrazo a tod @ s.
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