Escrito el: 07 de Febrero de 2017 a las 20:50
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En otra
época aún mantenía a su familia unida. Creía tener la fuerza para solucionar el
creciente problema generado por su juego incontrolado. Su esposa no pudo soportar la presión, se cansó y la
perdió, así como a sus hijos. En esa
época era caballo de batalla que luchaba y conservaba cosas. Ahora sólo era un
peón solitario sin nada por que luchar.
Los
pensamientos sobre su juego compulsivo le llevaban a una situación degradante,
produciéndole una gran pena por haber
perdido su dama, su reino, sus príncipes
y todo cuanto tenía. Su vida había sido
como una partida de ajedrez y permanecía con la esperanza de seguir vivo
mientras conservara una ficha. No tardó mucho en comprender que esa partida
había finalizado, su último peón jamás podría coronar sin ayuda de las demás
piezas del tablero, un peón sin rumbo a espera de sacrificio. Estúpido y
ridículo juego, alienante juego de máquinas que hipnotizan e idiotizan, que le
lavaron el cerebro y le mantuvieron allí pegado cual si no existiera mañana. De
caballo ganador pasó a tablero volcado y hecho mil pedazos.
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