CURRO. Usuario
Ingresado: 05 de Oc tubre de 2017 Mensajes: 539
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Escrito el: 09 de Junio de 2018 a las 12:14
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Pasad por la página web creo muchos
no lo habéis hecho solo entráis en
el foro
¿QUÉ ES LA LUDOPATÍA ?
La Ludopatía es un trastorno
reconocido por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) que lo
recoge en su clasificación
Internacional de Enfermedades en el
año 1992.Sin embargo esta no fué la
primera vez que, como categoría
diagnóstica y con el nombre de juego
patológico, se reflejó en los
ámbitos profesionales. Ya en 1980 en
el Manual Diagnóstico y Estadístico
(DSM_III) de la Asociación Americana
de Psiquiatras (APA), se planteaba
su definición y algunos criterios
diagnósticos.
Evidentemente la existencia del
trastorno aparece hace muchos
siglos, probablemente con la
actividad de apostar de manera
habitual a juegos de apuestas, dónde
los resultados pudieran darse con
cierta rapidez y por consiguiente el
refuerzo positivo y negativo para el
jugador también.
A pesar de ello, la clasificación y
las diferentes definiciones han
necesitado de la extensión del
trastorno, de la demanda de atención
de los ciudadanos y de la presencia
de un poder científico dispuesto a
hacerlo.
Desde la APA, este trastorno se
encuadraba en los trastornos del
control de impulsos no clasificados
en otras categorías y se describía
como una conducta de juego
inadaptada, persistente y
recurrente, que alterase la
continuidad de la vida personal,
familiar o profesional.
Hoy en día, con la experiencia que
existe en diferentes países, nos
gustaría desarrollar una definición
más ajustada al modelo de adicción
que, nos parece, explica mejor que
ha ocurrido en Catalunya y España en
los últimos años, con unos
resultados que se manifiestan
insistentemente para cualquier
observador.
1-El aumento exagerado en la demanda
de atención por problemas con
algunos juegos de apuestas.
2-El aumento del número de afectados
que reflejan en los algunos estudios
científicos.
3-El aumento de las cantidades
desproporcionadas, que han acabado
gastándose los ciudadanos en algunos
juegos de apuestas legales, los
últimos veinte años.
Podemos afirmar, llegado este punto,
que la Ludopatía es un trastorno del
comportamiento, entendiendo el
comportamiento como la expresión de
la psicología del individuo, que
consiste en la pérdida de control en
relación con un juego de apuestas o
más, tanto si incide en las
dificultades que supone para el
individuo dejar de jugar cuando está
apostando, como si nos referimos a
mantenerse sin apostar
definitivamente en aquel juego o en
otros, y estas dificultades siguen
un modelo adictivo en la mayoría de
los casos, tanto en la manera en
como se adquiere o mantiene el
trastorno, como en las distorsiones
de pensamiento, emocionales y
comunicacionales que provoca y
,desgraciadamente ,en los efectos
desastrosos en las relaciones
familiares y amorosas del jugador .
Es decir, por su etiología, por su
curso , por su pronóstico y por las
variables implicadas, el juego
patológico o Ludopatía, es una
adicción en la mayoría de los casos,
por ello hablamos de enfermedad
crónica.
Se contenga mejor o peor, el
ludópata, fácilmente tendrá
problemas con las apuestas, porque
los aspectos motivacionales
activarán memoria, vivencias,
esquemas de acción y una estructura
adictiva , aspectos que ya había
desarrollado con el trastorno y que
no puede borrar.
Que algunos juegos de apuestas
tengan una capacidad tan exagerada
de afectar a ciudadanos de todo
tipo, sin discriminar en edad, sexo,
nivel cultural, nivel económico,
personalidad, clase social,
estructura genética …facilita
nuestra convicción respecto a su
potencial adictivo para con las
personas que apuesten habitualmente.
Por ejemplo, una temporada jugando
más de dos o tres veces por semana a
juegos como las tragaperras, bingos
o casinos, supone alrededor del 98 %
de las demandas de atención que
hemos recibido los últimos 10 años.
¿PORQUÉ ENFERMEDAD EN LUGAR DE
VICIO?
A pesar de la aceptación y de la
promoción social de la actividad,
llamémosle proculturalidad, que
genera una imagen de los juegos de
apuestas como actividades de ocio,
diversión, distracción y asociadas a
alegría y fortuna, como si no
provocasen efectos en la salud
mental de los participantes, podemos
evidenciar una primera
contradicción; Las autoridades al
prohibir el uso a menores de edad ya
aceptan, implícitamente, la
peligrosidad de los juegos de
apuestas y eso desmonta muchas
explicaciones e intentos de atribuir
toda la responsabilidad al jugador,
como único responsable del trastorno
que padece, sea a nivel social
utilizando el término vicioso para
describir al enfermo, sea alegando
estudios “científicos”, estadísticos
o razonamientos jurídicos, por parte
de los beneficiarios de la actividad
o de las propias administraciones.
Si reflexionamos sobre la
terminología vicioso podríamos
llegar a la conclusión de que está
cargada de prejuicios y se puede
utilizar incluso como insulto,
referida a un tipo de comportamiento
o actitud que no se acepta
socialmente, que tiene una intensa
carga moral sobre algo que,
lejanamente, era pecado por el
placer que producía.
Por el contrario, si le sacamos su
carga religiosa e histórica y
empezamos a pedir al ciudadano
ejemplos de qué entiende por vicio,
encontraremos muchos problemas de
coincidencia. Con el ejemplo del
fumar se entenderá muy bien. Hay
gentes para quienes fumar es un
vicio, independientemente de la
frecuencia con que se haga, sea en
bodas, en fiestas esporádicas...
para otros existe toda vez que se
haga periódicamente, hay quienes ven
como vicioso a aquel que fuma mas de
cuatro cigarrillos diarios, otros si
se fuma entre un paquete o dos .
En el caso del juego, la
consideración se amplia no sólo al
número de veces que se juega , se
valora la cantidad que podría o
debería jugar, y volvemos a tropezar
con el subjetivismo; Que si más de
mil , si más de 5000, si está
alterado o no, si depende de cuanto
gana al mes o del patrimonio que
posee , ... es decir, razones
diferentes que a menudo sin
conocerlas, no serían ningún
impedimento para calificar a un
jugador de vicioso, pero que
objetivamente tanto se pueden
referir a un jugador sin ningún
problema importante como, si se
quiere, a un adicto claramente
enfermo y muy degradado en su
comportamiento y en su situación
social .
Por todo ello, nuestra perspectiva
sobre la terminología a utilizar,
con la ausencia en la actualidad de
estudios profundos con análisis
categoriales, será que el vicio sólo
es una opinión subjetiva y
peyorativa sobre determinadas
actividades relacionadas con la
obtención de placer y,
históricamente en religión, con el
pecado.
Puede servir para culpabilizar o
estigmatizar a los individuos, de
hecho muchos jugadores lo utilizan
para negar sus posibilidades de
luchar contra el trastorno, pero en
ningún caso es una calificación
realista de la situación en que se
encuentran los jugadores, ni cuando
no tengan problemas con el juego, ni
cuando empiecen a tener problemas
más o menos importantes, ni cuando
tengan suficientes áreas afectadas a
nivel personal para diagnosticarlos
como jugadores patológicos.
No hablaremos de criterios
diagnósticos reservados a los
profesionales, aunque es evidente
que tenemos la obligación de
orientar del proceso y las
afectaciones que con más frecuencia
hemos encontrado en la práctica
clínica, permitiendo que cada cual
se identifique o se ubique en la
situación por la que pueda estar
pasando, ni que sea mediante
analogías.
¿CÓMO SE LLEGA A TENER PROBLEMAS CON
EL JUEGO ?
Podemos ilustrar un ejemplo general
y muy habitual, según como
interpretemos el testimonio de miles
de jugadores, de como se ha
desarrollado el proceso en que han
acabado teniendo problemas con los
juegos y las apuestas. No
diferenciaremos entre si los
problemas son continuados o
recurrentes, es decir de vez en
cuando, porque el trastorno se puede
tener en los dos casos, ello no
explicará el nivel de degradación
que variaría en función de otros
factores que acerquen al jugador a
situaciones de desesperación o
endeudamiento hasta provocar ,por
ejemplo, la demanda de ayuda o el
descubrimiento por parte de la
familia.
Habitualmente el jugador se inicia
en una situación social determinada,
sea con amigos, familiares o
compañeros de trabajo, se puede
proponer apostar de manera puntual a
la máquina, ir a celebrar un
aniversario o cualquier evento
festivo al bingo o al casino, seguir
con un modelo de tradición familiar
o social, jugando combinaciones de
fechas a la lotería, por ejemplo.
Igualmente, es fácil que quienes a
menudo entran en contacto, en los
bares, con las tragaperras, se
puedan iniciar solos en la dinámica
de juego, ver como otros sacan el
premio, intentar distraerse si están
aburridos o haciendo tiempo para
hacer otras actividades, sobretodo
porque no interpretan que lo que
hagan sea tan peligroso.
En un plazo de tiempo entre 2 meses
y cinco años, estos jugadores que se
inician en el juego pasarán a ser
jugadores habituales en un
porcentaje muy grande y poco
estudiado, aún siendo pocos los
premios que les hayan tocado,
interpretando que no pierden mucho,
o quizás que en el bar, bingo o
casino, tienen un círculo de
relaciones satisfactorias, entre
otros razonamientos, mantendrán el
convencimiento de que la situación
de juego no se les escapa de las
manos.
Sin embargo la actividad de apostar
repetidamente flexibilizará tanto
sus prejuicios sobre lo que no
harían nunca respecto al juego que
habrán pasado, por ejemplo, de
gastar en las tragaperras el cambio
del desayuno, almuerzo, café o
cerveza, fuesen 25, 50, 100 PTA a
jugar, habitualmente en solitario,
cambios de 1000, 2000, 5000 PTA o
más, extremo que nunca se hubieran
permitido cuando jugaba
ocasionalmente en las mismas
tragaperras.
Este nivel de juego se puede
mantener según cada caso particular
más o menos a escondidas, pero
supone una afectación directa en las
relaciones afectivas y de confianza
que comportará recurrir
repetidamente al engaño, sea
mintiendo o escondiendo la
existencia del dinero con que juega.
Se da con facilidad que se mantiene
la preocupación por no ser
descubierto, el deseo o la necesidad
de recuperar, de quitarle
importancia al problema, de poder
con la máquina, con otros jugadores
o con los beneficiarios de la
actividad, y el convencimiento de
que puede controlarlo o dejarlo
cuando quiera, con las mismas
estrategias de cerrarse en sí mismo
que lo han culpabilizado y
avergonzado. Todo ello mantendrá al
jugador en la estructura adictiva
que ha ido desarrollando a nivel
psicológico.
Todo el esfuerzo y la represión que
pueda asumir en sus intentos por
dejar de jugar, fácilmente acabarán
en un intento de demostrarse a sí
mismo que vuelve a controlar, a ser
una persona “normal” y que el
trastorno no tiene, justamente en
esos momentos de recaída, la
importancia que tenía anteriormente,
porque ya hacía semanas, meses o
años que no jugaba.
Con estas contradicciones volver a
recaer es fácil y aparecen episodios
donde a menudo aumenta la
intensidad, en función de como
intervienen otros factores, por
ejemplo:
La disponibilidad de dinero del
jugador y el control que existe a
nivel familiar.
La intensidad con que se actualizan
las ilusiones de control o la
incapacidad para recuperar la
conciencia en situaciones de
recaída.
Los problemas cotidianos o eventos
vitales que acentúen el aislamiento
y la negación del problema,
utilizando el juego como una manera
de refugiarse o huir de los
problemas .
Será más fácil que el jugador se
descubra por insolvencia,
acumulación de deudas, desesperación
o a veces por casualidad, que no que
pueda pensar y actuar de manera
eficaz frente el trastorno
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