Escrito el: 11 de Enero de 2008 a las 10:24
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El hijo desconocido.
No hay vida mala ni muerte buena, pero todos deseamos una buena muerte y no caer en la mala
vida que nos acecha. Tal vez la vida no es exactamente como la que queremos, pero la capacidad
para adaptarnos nos brinda la oportunidad de hacerla nuestra.
Todos desearíamos poder vivir dos veces, una en la que aprender, explorar y tomar diferentes
caminos, y otra en la que no repetir los errores, utilizar la experiencia obtenida y conocer el camino
adecuado.
Pero vida solo hay una, corta si la comparamos con lo interesante que puede ser y las cosas que
se pueden llegar a hacer, pero en la cual el más insignificante organismo de este mundo
aprovecha al máximo su tiempo, no planteándose el tiempo que le queda, si no lo necesario para
cumplir su misión. Misión por otra parte tan necesaria como importante para todos los demás
organismos que se benefician de ella. En cambio, la especie humana no tiene delimitado su cometido
en la vida, presentándose más creativa e interesante pero a su vez desconcertante.
Todos tememos a la muerte, al dolor, al sufrimiento....... pero me pregunto yo: ¿que es si no
la vida?. Es todos aquellos sentimientos que somos capaces de sentir, de padecer y transmitir.
Nos pasamos la vida luchando por estar a flote y coger la siguiente ola que nos acerque a la orilla,
pero esa orilla es difusa. Es la meta que no conocemos, la ausencia de todo por lo
que hemos vivido y nos asusta que no haya una prolongación mas allá de nuestra muerte.
Mas cuando la muerte está cerca, irrumpe un torrente de dudas ante las cuales nos sentimos
indefensos. No siempre es así, porque poseemos la capacidad de sacrificio, de dar nuestra vida en
pos de otro, que contradicción y a la vez que bonito. ¿Entonces que nos mueve en ese momento que
hemos de elegir?.Será que concebimos la muerte absurda al conocerla de antemano y el hecho de
entregarla a cambio de la de otro le da un sentido a la muerte. En cualquier caso, la vida y la muerte
tienen el sentido que les otorgamos con nuestros actos.
Así nace la fe, ante la ausencia de esperanza. Necesitamos creer y creencias hay para todos los
gustos, dioses también. Cuentan que los generales victoriosos en su regreso a Roma se hacían
acompañar en su cuadriga. Las muchedumbres se agolpaban en las calles con sus
mejores galas, aplaudiendo, lanzando flores y coreando el nombre de aquel
que había salvaguardado sus intereses, al cual su compañero le iba susurrando,”recuerda que
eres hombre y no dios”.
La verdad es que hombres capaces de obrar como dioses ha habido muchos incluso he conocido
alguno, todo depende lo que entendamos por dios. ¿No pudiera ser que el hombre hubiera creado a
dios a su imagen y semejanza?.
Si tuviera que adorar dioses que me hubieran otorgado la vida, me guarecieran, alimentaran,
protegieran o incluso me sanaran entonces lo tendría claro, esos son mis Padres. Que hay mas
cercano que ellos, te pueden tocar, te escuchan y apoyan. Si la fe es creer en lo
inquebrantable ante la adversidad, el amor de unos padres no se puede quebrar. Hasta tengo mis
ángeles, que son mis hermanos, celestiales y bondadosos, compañeros en la eternidad.
De mi madre, poco recuerdo del día a día, pero perdura en mi corazón, tenues recuerdos,
algún consejo ,alguna riña, y su hermosa sonrisa, diez años hace que nos dejo, el cáncer la ataco
como un miserable traidor.
A lo largo de nuestra vida son innumerables las personas que se cruzan en nuestro camino, unas para
mejor y otras para peor. Esas relaciones influyen en nosotros de diferente manera, pues nos aportan
experiencia, bien sea buena o mala. Pero tendemos a discriminar a las personas. Dicen que hubo un
niño que detestaba gran variedad de alimentos, no los había probado, pero por sus formas, aromas o
colores los rechazaba. Todo se intentó para que los comiera, pero el se cernía a sus gustos culinarios.
Un día todo cambio, dicen que fue cosa del hambre, otros que en memoria a su madre que acababa
de fallecer, pero el caso es que con cada alimento que probaba, una lágrima recorría su rostro, unos
dicen que por pena, otros por lo que se había perdido.
Relacionarnos nos enriquece como personas, aunque seamos más afines a un tipo de persona.
Dentro de cada uno de nosotros hay algo que aportar a otro y con cada relación que no entablamos
dejamos de sumar. Creo que por eso sufrimos al perder a un ser querido, porqué en el fondo
perdemos lo que nos aporta. Primero fue mi madre, su hermana al año siguiente, mi mejor amigo,
mi abuelo el día de mi cumpleaños y mi tío poco después. Con cada uno de ellos marchó un poquito
de mi, pero igual que después del invierno viene la primavera, brotes nuevos de esperanza surgen,
otras personas han entrado en mi vida para llenarla de alegría.
Hay recuerdos imborrables que me evocan a mi madre, sus ganas de vivir, su lucha diaria por vencer
a esa muerte que decidió que era su hora, que equivocada estaba, pues a mi madre aún le quedaba
mucha vida, algunos pensaran que para sufrir, yo creo que para exprimir de la vida hasta lo más
mínimo que esta pudiera ofrecerle.
Mi madre es inmortal, es la diosa en la que mi fe busca fuerzas, tal vez no tenga una estatua
que perdure al paso del tiempo y ni una calle lleve su nombre, pero perdura en mis pensamientos y
en los que ante la adversidad escuchan de mis labios la epopeya de su lucha, el valor por ella
desplegado, la esperanza en si misma y el poder de vencer lo imposible.
Ahora es mi padre al que el cáncer amenaza, él ha sido un luchador toda su vida, ha tenido siempre
claros sus objetivos y no ha escatimados esfuerzos para llevarlos acabo, pero tal vez como nos pasa a
todos ha acabado olvidando por lo que luchaba y se ha centrado demasiado en la lucha.
Lo que diferencia nuestra época de otras es la cantidad de estímulos que nos rodean, cosas y
artilugios que copan nuestro tiempo, que nos llevan a un ritmo frenético en el cual no nos detenemos
a disfrutar de lo que nos rodea, lo que nos hace sentirnos vivo, esas cosas tan pequeñas que por
cotidianas las relegamos a un segundo plano. Un amanecer en silencio, el viento fresco, el calor en
las mejillas durante un paseo, podría nombrar una lista interminable, pero tampoco hay que ir tan
lejos, una sonrisa, una mirada, una caricia, un silencio en compañía, un ¿qué te pasa?,un “cuanto te
quiero”,tantas son las cosas, pequeñas pero grandes que no valoramos hasta que las perdemos o
necesitamos de verdad, o que por cercanía no apreciamos.
Yo soy feliz como soy. Es mas no querría ser de otra manera. Tal vez mi padre no sea perfecto pero
sin mi padre no seria yo. Me atrevería a decir que todas aquellas cosas trágicas ,dolorosas y
traumáticas que a lo largo de mi vida me han acontecido no han hecho mas que reforzar mi fe en la
vida. No soy como soy por ellas, pero seguro que sino hubieran pasado no sería así, entonces debe
ser que de la adversidad me he quedado con lo positivo y eso es la lucha de mi madre por vivir y la
fuerza de mi padre en sus convicciones, en no dar un paso atrás, algunos lo llamaran orgullo, otros
cabezonería, yo lo llamo rectitud.
Ahora en el momento que más necesita estas cualidades y yo tengo fe en él, fe en que cualquier
persona es dueña de su destino, de su tiempo, que cada segundo es un regalo y ganado a una
enfermedad es un milagro, es decir el milagro humano, aquel que se consigue con fuerza de voluntad
y la constancia, completamente palpable, que recompensa el esfuerzo y el sacrificio.
Dicen que la fe mueve montañas, las montañas no se mueven ,de eso estoy seguro, pero si dotamos
a unos hombres de la creencia que moverla será beneficioso seguro que la mueven, entonces ¿qué es
la fe?, una meta , un ideal o tal vez un deseo.
Cuentan que un emperador romano cuando se sintió morir, a los 76 años, pidió un espejo, se aseó y
perfumó. Y recostado en su triclinio preguntó a los presentes si había sido de su agrado la forma de
proceder a lo largo de su vida. Los asistentes contestaron afirmativamente, a lo cual respondió:
“Pues si os a gustado mi forma de escribir la comedia de la vida, aplaudid al autor”.
Si tuviera que aplaudir el proceder de mis padres a lo largo de sus vidas, caería extenuado. Si
aplaudiera su lucha contra el cáncer, moriría del esfuerzo, tengo fe inquebrantable en que te
recuperes, porqué si algo admiro de ti es tu capacidad para sobreponerte, de demostrarme que las
personas tienen la capacidad de cambiar su estrella, solo hace falta imaginarlo, proponérselo y
apoyarse en quien te quiere. Y con ello me has regalado un tiempo en el que he redescubierto a un
padre desconocido Tal vez fuera porqué encontraste a una persona que dio estabilidad a tu
vida sin sentido, alguien que reconforto la soledad que no supimos llenarte y que al igual que tu
habíamos buscado en el amor, creciendo el circulo, con nuestras virtudes y nuestros defectos, pero
con un único pensamiento, se el receptor de las vibraciones de los que te queremos, que tu puedes,
que no tengas miedo, que al cáncer juntos venceremos.
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