la_maza Usuario
Ingresado: 23 de Mayo de 2007 Lugar: Spain Mensajes: 1818
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Escrito el: 15 de Oc tubre de 2016 a las 01:26
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La imagen más común de alguien que sufre alguna
enfermedad mental es la de una persona de la calle conversando con un
amigo imaginario. La gran mayoría de estas personas no se
encuentran presos o internados en el hospital; al contrario, los podemos
encontrar en nuestros vecindarios, escuelas, en nuestros lugares de
trabajo y hasta en nuestros hogares, luchando en silencio contra la
ansiedad, la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia,
adicciones o alguna otra enfermedad mental. A pesar de que las enfermedades mentales son muy comunes en nuestra
sociedad, muy pocas personas que sufren estos trastornos
buscan la ayuda adecuada. En muchos de estos casos es por el estigma que
traen consigo estas enfermedades. La mejor manera de erradicar el estigma asociado con la enfermedad
mental es reconocerlas por lo que son, enfermedades de
las cuales la gente se puede recuperar, y se recupera. No son una falla personal o una debilidad, los comentarios que se escuchan son: “Está todo en tu cabeza” o “sacúdete el problema”. Esta no es la solución, debemos aprender acerca de los síntomas y los tratamientos, así como de los recursos disponibles en la comunidad. El problema no es exclusivo de unos cuantos y debemos ser un apoyo para quienes luchan con problemas mentales, por lo menos en este foro debemos tratarlo así. La vergüenza y el estigma que rodea a estas enfermedades dejan a los
afectados con un sentimiento de abandono, pero hay ayuda disponible y la
recuperación es posible. Hay esperanza. En este foro leemos y escribimos muchas personas que tenemos una o más enfermedades mentales, yo soy el primero y así lo acepté, me costó mucho pudor hacerlo público por el estigma que como antes expuse me ponía en una posición de indefensión, primero ante mi familia y después ante mi ambiente social y profesional. A pesar de todas las dificultades que para una mente enferma como la mía suponía desnudarme ante la opinión de los demás no me quedaba otra salida que dar el paso, más que por mí por las personas que más adoro en este mundo. Ya les había hecho muchísimo daño por mi conducta, pero de seguir por los mismos derroteros no sé ni donde hubiera llegado. Siempre he sido una persona de valores, pero mi mente enferma me los anuló absolutamente todos. Ahora, escribiendo esto, me hago una regresión al pasado y no me conozco, es una sensación como de haber vivido dos veces, una donde yo no era persona sino una máquina falta de sentimientos con un programa diseñado para hacer mierda todo lo que tocaba y otra la que estoy viviendo ahora, que no es perfecta ni se le parece pero no está programada, donde se han cambiando los circuitos matemáticos por circuitos emocionales. No sé si sufriría menos en la otra vida porque no afloraban las emociones o en ésta vida porque me ha sobrevenido la libertad de poder expresarlas, de lo que si estoy seguro es que a mis seres queridos les quedó un descanso que nunca tuvieron; cuando no lo sabían porque sospechaban y cuando lo sabían porque sufrían. Paradojas de la vida, cuando jugaba sufría por mí, ahora que no juego sufro por los demás ¿estaremos predestinados para el sufrimiento? A veces me consuelo recordando la oración de San Francisco: "DIOS Concédeme la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, VALOR para cambiar aquellas que puedo y SABIDURÍA para reconocer la diferencia", ya ves Paco, soy fan de tu santo. Esta oración fue muy importante para mí cuando empecé la recuperación, casi me obsesioné con ella, la rezaba cuando me acostaba, cuando me levantaba de la cama y cuando me venía alguna tentación de jugar en los primeros años. También me hizo reflexionar mucho por aquel entonces una película "La vida de nadie" que está basada en un caso real (la vida de un francés quien engañó durante años a toda su familia y terminó asesinando a todos ellos) aunque, en palabras del propio director,se intentó evitar este final excesivamente dramático en la película. Me llegué a identificar bastante con el personaje interpretado magistralmente por José Coronado, pues realmente estaba asesinando a mi familia en sentido figurado con mi juego descontrolado. En fin, además de las herramientas tradicionales también intenté apoyarme en aquellas que reforzaran mi convicción de dejar el juego. Así me hice con un arsenal de armas que me permitieron lograr el objetivo, la lectura, la oración, los estímulos aversivos..., sin olvidar las más importantes como el control de dinero por mi mujer y mi terapia con compañeros de viaje. Se me olvidaba, también hice un contrato escrito que andará por aqui en el foro en aquellos años donde ambas partes, mi mujer y yo nos comprometíamos cada uno a una serie de condiciones, la mía estaba clara, la de no jugar, las de ella ya no me acuerdo, jajaja, tendría que buscar el contrato, eso se quedó en el olvido porque no hizo ninguna falta.
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