Escrito el: 18 de Oc tubre de 2021 a las 11:26
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QUEDE CLARO QUE LOS SIGUIENTES ESCRITOS NO SON MIOS
LOS ESCRIBIO HACE AÑOS UN COMPAÑERO
Una chica estaba esperando en la sala
de embarque del aeropuerto su vuelo. Como le quedaba un
largo rato de espera, decidió comprar un libro y un
paquete de galletas. Después, buscó la sala del
aeropuerto más tranquila para poder leer en paz.
Al rato, un hombre se sentó en el
asiento de al lado y abrió una revista. Entre ellos sólo
quedaba el paquete de galletas. Cuando ella cogió la
primera, el hombre también tomó una. La chica se sintió
indignada, pero no dijo nada. Pensó: "¡Qué descarado, si
yo fuera más valiente, le llamaría la atención!".
Cada vez que ella cogía una
galleta, el hombre también comía otra. Aquello le ponía
tan furiosa que no conseguía concentrarse ni reaccionar.
Cuando quedaba sólo una galleta, se preguntó: "¿Qué hará
ahora este aprovechado?".
Entonces, el hombre partió la última
galleta y dejó media para ella. A nuestra protagonista ya
le pareció el colmo y se puso a resoplar de la rabia que
sentía. Cerró su libro, tomó sus
cosas, y se marchó a la sala de embarque a esperar allí
el aviso para subir al avión. Ya
en pleno vuelo miró dentro del bolso y, para su sorpresa
allí encontró el paquete de galletas ¡intacto! Sintió
tanta vergüenza.... ¡Había olvidado que lo tenía
guardado! Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada
que había estado. El hombre
compartió sus galletas sin sentirse indignado, nervioso o
alterado. Y ya no estaba a tiempo, ni tenía posibilidad
de ofrecerle a aquella persona una explicación o pedirle
disculpas. Pero si podía razonar; "¿Cuántas veces en
nuestra vida sacamos conclusiones precipitadas cuando lo
que deberíamos hacer es observar con más atención?".
Y recordó que existen cuatro cosas
que no pueden ser recuperadas:
* Una palabra,
después de haberla dicho. * Una
oportunidad, después de haberla perdido.
* El tiempo, una vez que ha pasado.
* Una piedra, después de haber
sido lanzada.
dar consejos es muy fácil, lo difícil es seguirlos.
Es muy curioso pero a todos nos resulta más sencillo
arreglarle la vida a los demás, que arreglar la nuestra.
Y es que desde fuera todo se ve muy bien. Desde dentro,
la cosa cambia. Es como si todas las dudas e
inseguridades del mundo se apoderaran de nosotros y nunca
diéramos con la solución perfecta.
A veces pienso que todo esto se produce por un exceso de
información, es decir, como tenemos demasiados datos
sobre nosotros mismos es mucho más difícil manejarlos. En
cambio, cuando alguien nos pide ayuda, sólo disponemos de
los datos que nos ofrecen ellos y por tanto es más fácil
llegar a una conclusión.
De todas formas, tenemos que ser muy precavidos:
- ;Nunca hay que dar consejos que no nos hayan
pedido.
- ;Dejar claro que lo que nosotros pensamos no
tiene porqué ser la mejor solución, sino que sólo es
nuestra opinión y que es él y no nosotros el que tiene
que tomar la última decisión.
- ;Ser honrados y si no tenemos idea de lo que
hacer, porque el problema es complicado, decir que no
sabemos qué aconsejarle.
- ;Siempre es mejor ofrecerle el abanico de
posibilidades que tiene el problema planteado y a dónde
lleva cada camino que pueda seguir.
Con esto conseguiremos una descripción mejor de la
situación y las ventajas a corto y largo plazo de la
solución elegida.
- ;Fomentar la confianza de que es
perfectamente
capaz de resolver su propio problema sin la necesidad de
la opinión de los demás. Él y sólo el tiene todos los
datos que hacen falta para resolverlo en las mejores
condiciones.
- ;Es mejor no pedir consejos a nadie.
- Que si nos equivocamos sea por nosotros mismos.
Porque equivocarse por otros nos hace sentirnos aún peor
y acabamos pensando: “¿Por qué le haría yo caso?. ¿Por
qué?. Si no le hubiera preguntado, esto no me habría
pasado”.
Editado por kiko. - 18 de Oc tubre de 2021 a las 11:36
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