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Asunto Tema: Basta ya de sufrimiento inutil Responder mensajeEscribir nuevo tema
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Chaman57
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Ingresado: 08 de Enero de 2006
Lugar: Spain
Mensajes: 229
Escrito el: 01 de Abril de 2007 a las 09:52 Citar Chaman57

Perdido y Guiado

Se puso el sol. Tras el breve crepúsculo vino tranquila y oscura la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los últimos rumores de tierra soñolienta, y el viajero siguió adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba el de la noche. Iba por angosta vereda, de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres, y subía sin cansancio por un cerro, en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de hayas y robles.
Detúvose, y mirando a todo el círculo del horizonte, parecía impaciente y desasosegado. Sin duda no tenía gran confianza en la exactitud de su itinerario, y aguardaba el paso de algún aldeano que le diese informes para llegar pronto y derecho a su destino.
“No puedo equivocarme –murmuró- Me dijeron que atravesara el río por la pasarela… Así lo hice. Después, que marchara adelante, siempre adelante… de modo que por aquí, adelante, siempre adelante… encontraré lo que busco”.
Después de andar largo trecho, añadió:
“Me he perdido, no hay duda de que me he perdido… Aquí tienes, señor viajero, el resultado de tu adelante, siempre adelante. La gente no conoce el valor de las palabras. O han querido burlarse de ti, o ellos mismos ignoran el camino. Ya debería haber visto algo y yo no veo, ni huelo, ni oigo nada… Parece que estoy en un desierto… ¡Que soledad! Si yo creyera en brujas, pensaría que mi destino me proporcionaba esta noche el honor de ser presentado a ellas… ¡Demonio!, ¿pero no hay gente en estos lugares?... aún falta media hora para la salida de la luna. ¡Ah, bribona, tú tienes la culpa de que me haya perdido!... Si al menos pudiera conocer el sitio donde me encuentro… ¡Pero qué más da!, viajero, tú que has dado la vuelta al mundo, ¿te acobardas ahora?... Ah, la gente tenía razón: delante, siempre adelante.”
Recorrió un kilómetro más, siguiendo a capricho las veredas que salían al paso y se cruzaban y quebraban en mil ángulos, como si quisiesen engañarle y confundirle más.
Al fin tuvo que pararse.
“¿Dónde estás querido viajero? Esto parece un abismo, ¿ves algo allá abajo? Nada, absolutamente nada…; pero el césped ha desaparecido, todo es aquí pedrusco y tierra sin vegetación, pero ni alma viviente, ni ruido, ningún murmullo a lo lejos, ni siquiera un perro que ladre. ¿Qué haré? ¿Desandaré lo andado? ¡Retroceder! ¡Que absurdo! O yo dejo de ser quién soy, o llegaré esta noche donde tengo que llegar y abrazaré mis queridos sueños. Adelante, siempre adelante”.
Dio un paso, y se hundió en la frágil tierra movediza.
“¿Esas tenemos, señor planeta?... ¿Con que quiere usted tragarme?... Si ese holgazán satélite que es la luna quisiera alumbrar un poco, ya nos veríamos la cara usted y yo… Y a fe de que por aquí abajo no hemos de ir a ningún paraíso. Parece esto el cráter de un volcán apagado… Hay que andar suavemente por tan delicioso precipicio. ¿Qué es esto? ¡Ah!, una piedra. Magnifico asiento para esperar a que salga la luna.”
El discreto viajero se sentó tranquilamente, cuando sintió una voz… Sí, indudablemente era una voz humana que lejos sonaba y que se apagaba en el plácido silencio de la noche, sin que el oído pudiera apreciar su vibración última.
“Vamos- dijo el viajero lleno de gozo- humanidad tenemos. Ese es el sonido de un hombre. Ahora calla… Oigamos, que pronto ha de volver a empezar… Ya, ya suena otra vez. Parece que salga de las profundidades de la tierra, y que yo, el hombre menos supersticioso del mundo voy a andar con tratos con los gnomos y las hadas; pero si no me engaña el oído, la voz se aleja… ¡Eh chico, aguarda, detén el paso!”
La voz que durante breve rato había regalado el oído del hombre extraviado se iba perdiendo en la inmensidad tenebrosa, y a los gritos del viajero, la voz se apagó por completo. Sin duda la misteriosa entidad que entretenía su soledad subterránea se había asustado de la brusca interrupción del hombre, huyendo a las hondas entrañas de la tierra, donde moran las piedras preciosas.
“Esta es una situación divina. No hay mal que cien años dure. Aguardemos a que vuelva. Me he lucido con querer venir solo y a pie. Mi equipaje habrá llegado primero, lo que prueba de un modo irrebatible las ventajas del adelante, siempre adelante.
El viajero sintió pasos lejanos en el fondo de aquel desconocido o supuesto abismo que ante sí tenía. Puso atención, y no tardó en adquirir la certeza de que alguien andaba por allí. Levantándose gritó:
-     ¡Eh, chico! ¿Voy por buen camino?
No había terminado de hablar cuando oyó el violento ladrido de un perro, y después una voz de hombre, que dijo:
-     ¡Golfo, golfo, ven aquí!
-     ¡Eh!- gritó el viajero- ¡Buen amigo, sujeta pronto al perro que soy hombre de paz!
Vio el viajero que se acercaba un perro negro y grande; mas el animal, después de gruñir junto a él, retrocedió, llamado por su amo. Entonces el viajero pudo distinguir una figura, un hombre que inmóvil y sin expresión, cual muñeco de piedra, estaba en pie, más abajo que él. Este sendero y la humana figura detenida en él llamaron mucho la atención del viajero.
-     ¡Gracias al cielo! Ya salió la luna y ya puedo saber dónde estás. Vaya, si esto es un camino. Hola, ¿puede decirme donde estoy?
-     Sí, señor; esto es una mina, aunque estamos un poco lejos de casa.
La voz era agradable y juvenil. Mucho le gustó al viajero oírla, y más aún observar la dulce claridad que, difundiéndose por los espacios antes oscuros, hacía revivir cielo y tierra, cual si los sacara de la nada.
-     Y se hizo la luz. Bien, amigo, le doy las gracias por las noticias que me ha dado. Me dijeron que adelante, siempre adelante.
-     ¿Vuelve usted a casa?- preguntó el misterioso joven sin mirar al viajero.
-     Sí, señor; pero sin duda equivoqué el camino.
-     Esta no es la entrada. Por aquí tardaremos más porque hay bastante distancia y muy mal camino. Estamos en una zona por donde hay que atravesar algunas galerías y túneles, bajar escaleras, pasar trincheras, remontar taludes, descender plano inclinado; en fin, recorrer todas las minas desde un extremo, que es éste, hasta el otro extremo. Yo le guiaré a usted con mucho gusto, porque conozco estos sitios perfectamente.
El viajero, examinó al bondadoso joven. Breve rato permaneció el viajero dominado por la sorpresa.
-     Usted…- murmuró.
-     Soy ciego, sí, señor- añadió el joven-; pero sin vista sé recorrer de un cabo a otro las minas. El palo que uso me impide tropezar, y Golfo me acompaña, es mi lazarillo. Así que sígame y déjese llevar.
-     No conozco el mundo más que por el pensamiento, el tacto, el oído y el olfato. He podido comprender que la parte más maravillosa del Universo es esa que me está vedada. Yo sé que los ojos de los demás no son como los míos, y ese don me parece tan extraordinario que no comprendo la posibilidad de poseerlo.
-     Quien sabe…- dijo el viajero- Amigo, ¿Qué es esto que veo? ¿qué es este sorprendente espectáculo?
El viajero se detuvo asombrado de la perspectiva fantástica que a sus ojos se ofrecía. Estaba en un lugar hondo semejante a un cráter de suelo irregular y paredes más irregulares aún. En los bordes y en el centro se elevaban figuras colosales de piedra, dispersas figuras semejantes a las que forma el caprichoso andar de las nubes en el cielo; pero quietas, inmóviles, endurecidas. El silencio llenaba el lugar.
-     ¿Dónde estamos, buen amigo?
-     Esta zona de la mina se llama la Terrible. Dicen que esto presenta un golpe de vista sublime, sobre todo a la luz de la luna. Yo de nada de eso entiendo.
-     Espectáculo asombroso, sí- dijo el viajero- pero a mí me das miedo que placer. ¿Sabe usted lo que me parece? Pues que estoy andando por el interior de un cerebro que sueña. Estas figuras son como formas febriles provocadas por un sueño agitado.
-     Cuidado que ahora vamos a entrar en una galería.
El perro entró primero olfateando la negra cavidad. Luego entró el ciego sin ninguna dificultad y luego el viajero, al que no le gustaba la idea de adentrarse tanto en la tierra.
     El túnel les condujo a un segundo espacio más raro que el anterior. Era una profunda grieta abierta en el suelo. Perecía un barco naufrago, tendido sobre la playa, y a quien las olas hubieran quebrado. Se distinguían grandes piedras, y era tal la fuerza del claroscuro de la luna que el viajero creyó ver peces y corales, todo dormido, todo tranquilo, como si por mucho tiempo morara en la inmensa sepultura del mar.
     La ilusión fue completa cuando sintió rumor de agua, un chasquido semejante al de las olas mansas cuando juega en los huecos de una roca o corren por los huecos de un barco naufrago.
     El perro se metió en un agujero y le siguieron los dos hombres. Avanzaron describiendo primero una curva, después ángulos y más ángulos, siempre entre dos paredes húmedas.
-     ¿Sabe usted a qué me recuerda este camino?- dijo el viajero- Pues lo comparo a los pensamientos del hombre cuando penetra en su conciencia para verse en toda su fealdad.
-     Para el que posee el reino desconocido de la luz, estas galerías deben ser tristes; pero yo, que vivo en tinieblas, hallo aquí cierta conformidad con mi propio ser. Yo ando por aquí como usted por la calle más ancha. Si no fuera porque unas veces es escaso el aire y otras excesiva la humedad, preferiría estos lugares subterráneos a todos los demás lugares que conozco.
-     Esto es la idea de la meditación.-dijo el viajero.
-     Yo siento en mi cerebro un agujero como por el que vamos y por él discurren mis ideas desarrollándose magníficamente.
-     ¡Debe ser difícil no haber visto nunca la bóveda azul del cielo en pleno día!
-     Me figuro que será una concavidad armoniosa que parece que podremos alcanzar con las manos, sin lograrlo realmente.-dijo el ciego.
Al decir esto salieron. El viajero, respirando con placer y fuerza, como el que acaba de soltar un gran pero, exclamó mirando al cielo:
-     ¡Gracias a Dios que os vuelvo a ver, estrellitas del firmamento! Nunca me habéis parecido más lindas que en este instante.
-     Mira -dijo el ciego- he cogido este pedazo de piedra cristalizada. ¿Crees que estos cristalitos que mi tacto halla tan bien cortados, finos y bien pagaditos los unos a los otros, no son una cosa muy bella? A mí me lo parece.
-     Amigo querido- respondió el viajero- es muy triste que no puedas conocer que ese pedrusco no merece la atención del hombre mientras esté suspendido sobre nuestras cabezas el infinito rebaño de maravillosas luces que pueblan la bóveda del cielo.
El ciego miró hacia el cielo y preguntó:
-     ¿Es verdad que existís, estrellas? Si aún viendo no las puedes tocar, en verdad no nos diferenciamos tanto. – Fijo y sin mirada, el ciego volvía sonriendo su rostro hacia donde sonaba la voz del viajero- ¿No has aprendido nada en tus viajes?
Habían salido a un sitio despejado. La luna más clara a cada rato, iluminaba praderas onduladas y una pequeña aldea de casas blancas a lo lejos.
El viajero llegó a su casa. Siguió adelante, siempre adelante. Miró hacia atrás y vio al ciego sostener la piedra en sus manos con increíble ternura, mirando al cielo.
“Qué tonto soy- se dijo el viajero- veo el cielo y me conformo con mirarlo en su esplendor. Que afortunado es mi buen amigo ciego que incluso puede tocarlo, que ve en las tinieblas y en la oscuridad y que puede ver el camino siguiendo adelante, siempre adelante, donde yo me he perdido”.




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Escrito el: 06 de Abril de 2007 a las 12:55 Citar Chaman57

    Es muy facil perderse, pero si uno quiere encontrar el camino de salida, siemptre adelante, mirar atras sirve de poco, a veces se es tan ciego que no se ve mas alla de la oscuridad aunque, la claridad del dia alumbre nuestros ojos.

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